La industria
cultural, con los medios de masa
perpetúa estos nuevos valores como
una cultura
confesada a favor de la integración, a partir de la cual se van
perdiendo valores tradicionales, que devienen en un estado de
carencias de imágenes y
formas.
Pero no se confina solamente al espíritu sino que
adultera la vida sensorial. El seudoculto se dedica a la
conservación de sí en sí mismo, no ve en
la sociedad nada
que lo remita a ella y por tanto su accionar se ve influenciado
por una visión egocéntrica de su persona. Se
convierte en un individuo
aislado sin otra conexión que las necesidades consumistas,
que le arrastran en una oleada inalterable y acrítica
hacia una cultura inconsciente de sí misma, sin
valoraciones históricas e insensible.
Esto es el resultado de una educación social
basada en la relatividad de juicios sobre la sociedad y el actuar
humano.
A partir de la seudoformación la continuidad de
la conciencia queda
sustituida por un estado informativo puntual, de carácter intercambiable que quedará
borrado en cuanto se precise asimilar otro tipo de informaciones.
Puesto que no establece una relación directa con la
esencia de las cosas, sino que se queda en las nociones que se
pueden obtener acerca de ella, establece un estado de conciencia
enajenada que va a estar caracterizada por un análisis metafísico e irracional de
la realidad; análisis mediatizado y asimilado
mecánicamente, alimentado por los medios de masa que
sostienen una mitología sustitutiva que
nadie confronta ni compara con los hechos de un pasado que no se
encuentra tan lejano.
A partir de la sustitución de valores
tradicionales se somete a los hombres a medidas predeterminadas
que responden a los intereses de producción de la sociedad capitalista, crea
una tensión permanente capaz de convertirse en omnipotente
que prohíbe alzarse por una decisión individual
aparte de las decisiones predeterminadas, sin embargo a
raíz de la presión
que ejerce en los hombres perpetúa en ellos la
agresividad, siendo esta la razón de los malestares
culturales que aquejan a la sociedad.
La incultura como estado de ignorancia permite una
relación directa con los objetos, con lo cual en
determinado momento puede elevarse a conciencia crítica.
La seudoformación está estructurada a
partir de la inconmovilidad de los conceptos y de la vaciedad de
los juicios que carecen de carácter crítico en
cuanto al análisis de esencia de la producción
mercantilista y su influencia real en los fenómenos dados
en la sociedad.
De esta forma se crea un sentimiento de
insatisfacción en el subconsciente social que se
manifiesta a través de inconformidades con el modo de vida
sin relacionarlo con la irracionalidad de una conciencia
mediatizada.
Sin embargo no existe nadie exceptuado de la tendencia a
la seudoformación socializada, incluso el crítico
consciente del fenómeno se encuentra atado por las
concepciones sociales que le acompañan y le inducen un
determinado comportamiento.
En la actualidad el intelectual crítico prospera
menos que quien utiliza el medio del intelecto. La razón
de ello está dada en que los contenidos que van surgiendo
al calor de la
seudocultura van a tener un contenido acrítico, lo cual
dificulta su corrección a causa de su vacío
conceptual. De esta forma aunque exista la crítica sobre
la sociedad no es asimilada por sus miembros, los cuales
están acostumbrados a recibir productos
concientes de fácil digestión.
A medida que la formación se va encerrando en una
concepción de finalidad, debemos tener en cuenta que ella
sola no infiere una sociedad razonable. Se hace preciso llevar a
una situación en la cual no se intente cosificar la
cultura ni renunciar a ella como mediador de la vida social, sino
que se realice en virtud de la integridad de los productos
espirituales no de los ajustes conceptuales y repercuta en la
sociedad.
Una seudocultura alimentada por la seudoformación
no hace más que desnaturalizar a ser humano,
convirtiéndolo en objeto de su propia violencia,
necrosando desde su centro a las concepciones tradicionales que
se vienen heredando desde tiempos inmemoriales.
De esta forma Adorno y
Horkheimer presenta a la sociedad capitalista desvirtuada de los
maquillajes y enseres que le permiten continuar con la imagen de
libertad que
ostenta, siendo esta libertad una imposición de
integración, que no significa más que olvido de las
tradiciones de los pueblos con tal de obtener una semejanza que
supuestamente es la deseada y por tanto la necesaria.
Su visión acerca de las posibles soluciones
prácticas se aparta un tanto de las que encarnan y exigen
una dirección violenta, a pesar de que
consideran la imposibilidad del cambio de
forma aislada cuanto es producido bajo una conciencia
impotente.
Llegan a visualizar el hecho de que la seudocultura
sólo puede ser sustituida a partir de la
sustitución del modo de producción capitalista,
solo a través de una cultura que sea realmente reflejo de
unas relaciones de producción realmente regeneradoras de
los valores
humanos y no una sustituta pobre hecha solo de
apariencia.
Bibliografía:
Adorno, Theodor W. y Max Horkheimer.
Sociológica
Autor:
Esperanza Aguilera Horta
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